Coordinadora Brenda Macandi Urteaga Robles
Grupo 334

domingo, 30 de octubre de 2011

Estado e Iglesia en tiempos de Gómez Farías

La iglesia y el gobierno lograron hacer algunos acuerdos, ya que ni a la iglesia ni al gobierno le convenían ciertas cosas, a pesar de ser cambios, al parecer, poco notorios ayudaron a cambiar las costumbres del pueblo con respecto a la religión y así poco a poco separar la iglesia de la política.  Se hicieron cambios en actos que el pueblo relacionaba con actos religiosos a pesar de que eran costumbres populares.

Uno de los cambios ya lo habían intentado hacer pero no hubo éxito hasta que el nuevo gobierno insistió y lo logro, era referente a las campanadas que marcaban la hora, ya que eran muchas y resultaba molesto, el tiempo era interrumpido por actos litúrgicos, así que el ayuntamiento empezó a tomar poder y colocaron relojes que podían correr día y noche marcando las horas.

También se cambio la manera de los entierros, y no hubo quejas ni de la población ni de la iglesia, ya que era poco higiénico enterrar a todos debajo o alrededor del altar, a medio cuerpo de la iglesia o en la entrada. Así fue que el gobierno comenzó a construir cementerios fuera de las poblaciones, al principio los párrocos seguían llevando el manejo de los decesos, pero después para facilitar y agilizar la actividad el trabajo de llevar la cuenta de los decesos paso a manos del ayuntamiento.

En diciembre de 1832 se prohibió quemar pólvora y cohetes el día de la virgen de Guadalupe ya que resultaba peligroso para los ciudadanos y muchas veces había accidentes.

Poco a poco se fueron prohibiendo las procesiones, los altares que eran colocados en la vía pública y obstruían el paso. Los jóvenes se aprovechaban de esto e incluso ya habían cambiado algunos de los versos haciéndolos lascivos e inmorales, en octubre de 1834 fue cuando se prohibieron las reuniones de jóvenes para cantar.

En octubre de 1834 se prohibió que los ciegos se reunieran a dar sus discursos en la ciudad de México ya que esto solo no ayudaba en nada y el gobierno temía que fueran buenos oradores y después profesaran en contra de el.
En el mismo mes de octubre se prohibió que los jóvenes pidieran bolo en las calles ya que algunas veces si no juntaban la cantidad que deseaban se portaban agresivos.

Este fue un proceso de secularización que buscaba separar a la iglesia de algunas actividades y ponerle fin a su intromisión en la política cuando no estaba de acuerdo con el gobierno. Gómez Farías se preocupo en junio de 1833 ya que los sacerdotes empezaron a dar algunos sermones sobre los desvaríos de la administración pública, fue necesario intervenir inmediatamente ya que estas interferencias clericales aun tenían mucha influencia sobre el pueblo, en ese mismo mes la Secretaria de Justicia y Negocios Eclesiásticos envió una circular a las autoridades eclesiásticas para recordarles  que desde la Novísima recopilación de Castilla en vista la prohibición a los eclesiásticos de dar sermones en contra del gobierno ya que ahora estaban separados te nian prohibido decir  “palabras escandalosas tocantes al gobierno público y especialmente contra funcionarios públicos”.
Dos veces en 1833, el gobierno recordó a los religiosos que deberían enseñar la obediencia a las autoridades, no convencer a las personas de lo contrario.

A largo plazo se suprimieron la mayoría de las fiestas tradicionales religiosas y otras fueron modificadas, lográndose su olvido ya que han ido cayendo en desuso, al menos en las grandes ciudades, pues el interés del ayuntamiento era, sin importar si estaba bajo un régimen centralista o federalista, lograr un ambiente más sano física y moralmente, ya fuera con o sin el consentimiento de la iglesia.
La secularización en estos primeros años independientes no fue novedad ya que desde hacia tiempo se deseaba por algunos sectores de la sociedad.

sábado, 29 de octubre de 2011

Consideraciones sobre el factor religioso en la pérdida del territorio de Texas 1821-1835

México, un país católico preocupado por integrar su territorio.

Desde 1821, México tuvo la necesidad de cubrir sus zonas fronterizas a partir de que fue oficialmente nombrado un país independiente, sin embargo, la escasa población con la que contaba no alcanzaba para cubrir las áreas de su nuevo territorio y no podían evitar a invasores extranjeros.

Por ello, de 1820 a 1830 entre acuerdos, se establecieron leyes, así como propuestas de colonización a extranjeros.
Alrededor de 1822, José Bernardo Gutiérrez presentó una Ley General de Colonización; la cual proporcionaba libertad, propiedades y derechos civiles a los extranjeros católicos.
Más tarde, Valentín Gómez Farías propuso ante el Congreso, que se pidiera a los empresarios cincuenta familias para proceder a una colonización.
En Octubre de 1821 fueron aprobadas dos leyes, la primera exigía a los extranjeros registrarse ante un funcionario local y explicaran el objetivo de su estancia en México. La segunda, hablaba de la autorización que se le debía otorgar a los extranjeros para invertir en la minería.
Sin embargo, aun no existía una ley aceptable de colonización  y la inmigración estadounidense era cada vez más difícil de controlar.

En 1823, el Congreso de la Nación Mexicana invitó a los ciudadanos de los Estados Unidos del Norte a poblar las fronteras y ofreció una liberal donación de terreno a cada familia, el objetivo del gobierno era habitar el desierto y someter al país a los mejores intereses de la nación. Así que, las colonias fueron concedidas y los norteamericanos hicieron frente a los peligros y a las privaciones acompañadas en la aceptación de la liberalidad del gobierno.

El 31 de enero de 1824 se formuló el Acta Constitutiva la cual estableció un régimen federal, aprobando una ley del 18 de agosto de 1824 por el Congreso. Esta nueva ley reflejaba las mal definidas limitaciones del poder derivadas de un desorganizado sistema federal.

Texas era perteneciente al estado de Coahuila, el cual en Marzo de 1825, estableció una de las leyes más liberales en materia de colonización: “Todo Coahuila y Texas se entregaba a los extranjeros con el único requisito de profesión religiosa, y la prohibición de ocupar terrenos comprendidos dentro de la zona fronteriza de veinte leguas y de diez a la orilla del mar”.


En el año de 1830, Lucas Alamán propuso unir a Texas con la nación, para así evitar el establecimiento de los estadounidenses en el territorio. También proponía fomentar la emigración de mexicanos al norte y autorizar el ingreso de extranjeros de distintas lenguas y costumbres a las de los norteamericanos, además de aumentar las tropas para defender el territorio.

El 6 de abril de 1830 se expidió una ley; “En uso de la facultad que se reservó el Congreso general en el artículo 7 de la ley del 18 agosto de 1824, se prohíbe colonizar a los extranjeros limítrofes en aquellos estados y territorios de la federación que colindan con sus naciones. En consecuencia se suspenderán los contratos que no hayan tenido su cumplimiento y sean opuestos a esta ley.”

Finalmente, se permitió al gobierno de Coahuila y Texas gastar las cantidades necesarias en la colonización de los territorios de la federación y demás puntos baldíos en que tuvieran la necesidad de hacerlo. Se le dio autorización para que con respecto a los terrenos colonizables tomara cuantas medidas creyera convenientes a la seguridad, al mejor progreso y a la estabilidad de las colonias. Desde la promulgación de la ley, en 1830, era tarde para detener la llegada de los colonos. Ya que la ley nunca fue acatada y solamente provocó descontento. Por ello, todas las medidas fracasaron.

En 1824, cuando en México se establecía el régimen  federal fue cuando se otorgó a los estados la facultad de legislar sobre materia de colonización;  el estado de Coahuila  fue el que dictó una  de las leyes más liberales en esa materia.

En abril de 1824, el señor José Antonio Saucedo, ministro  encargado del Despacho de Relaciones Interiores y  Exteriores, comunicaba al poder ejecutivo lo que a su vez había recibido del jefe político de San Fernando  de Béjar a propósito de la ocupación indebida, por parte de familias angloamericanas, de algunos terrenos pertenecientes a la provincia de Texas el dijo  “son hombres que generalmente viven de la caza y pueden ser muy nocivos en nuestro país”.
A las solicitudes de los angloamericanos que querían que se les otorgaran derechos como si se estuvieran estableciendo conforme a la ley se respondía con negaciones ya que  e l   Supremo 
Poder Ejecutivo nunca permitirá que los extranjeros  establecerse a su antojo los territorios de la federación mexicana, mayormente sobre la línea de su país.
Por otro lado, los documentos de las familias establecidas allí hacían referencia a la productividad que habían logrado, a las ventajas de la repartición equitativa de la tierra; al abandono en que se sentían por parte del gobierno.
Querían que  se  publicaran las leyes de México  en lengua inglesa, que se organizara una milicia y, por último, que llegara hasta allá el correo.
En el transcurso de trescientos años, el gobierno español había llevado a Texas únicamente cuatrocientos súbditos.
En cambio, sólo las comunidades de Austin aumentaron de dos mil habitantes que tenían en 1828 a más de cinco mil quinientos, tres años después. Ya para 1836 había más de veinticinco mil hombres, mujeres y niños blancos, esparcidos entre el río Sabinas y San Antonio de Béjar, y el número de residentes anglosajones era muy superior al de origen hispano.
La fricción entre los mexicanos y los norteamericanos, en Texas, probablemente fue inevitable. Los mexicanos, acostumbrados a siglos de paternalismo español, no estaban preparados para aceptar las responsabilidades que los angloamericanos asumieron inmediatamente.
Los norteamericanos confiados en sí mismos, tenían la certeza de que su forma de vida era más libre, más sana, más feliz, y superior a los mexicanos
Los norteamericanos se consideraban,   como  los   agentes   indicados  para imponer la reforma y el progreso a aquella sociedad.
Aunque   el   gobierno liberal encabezado por Santa Anna  y Gómez Farías dio marcha atrás en las propuestas de Alamán y en una entrevista autorizo la entrada de los norteamericanos a Texas.
Los acontecimientos que sobrevinieron a la decisión de declarar el centralismo en México son  un deseo abrigado desde años atrás por  los colonos, alimentados por los intereses de los Estados Unidos, el deseo de ser independientes hizo que se precipitaran los hechos para conseguir ese fin.
Los norteamericanos de Texas estaban desconcertados con los giros de la política mexicana y la incertidumbre sobre su situación. El gobierno mexicano se mostró indiferente ante la necesidad de fomentar la educación y el cumplimiento de las leyes, y no dio esperanzas  a los norteamericanos de que se separaría a Texas del estado de Coahuila, esto puso en peligro el futuro de los anglosajones y de latinoamericanos.
CONCLUSION
 Algunos de los aspectos que conformaron la realidad del poblamiento de Texas durante los escasos darán mayor claridad al desenlace de este episodio de la vida de México que, como en otras muchas ocasiones, nos pone en contacto con un país vecino de características tan diversas a las nuestras. Uno de esos aspectos se refiere a la defensa de México,  por parte de los  conservadores, sus leyes y sus gobiernos y el otro es que hubo un idealismo una más de anticlericalismo que consideraba una transformación de México en un país moderno provendría de su contacto y relación con el país del norte  y por último el de ese ser moderno, “industrioso”  y protestante que se encuentra en la acción decidida y su éxito en determinado momento y lugar, la justificación para desentenderse de la ley.